domingo, octubre 24, 2010

Ausencia



Me es imposible no dejar de recordar porque estoy aquí en este momento. Me siento solo, pero inmensamente solitario en esta casa, ni mi alma en este instante quiere acompañarme para aconsejar la mejor medicina para la circunstancia. Tampoco es dolor, quizás frustración. ¿Se apago la luz? ¿Pero cuál de todas? Cerrando los ojos discierno la distancia hacia el objetivo condenatorio de mis plegarias; despacio intento no conspirar contra el autor de mis peligros rutinarios y segundos después tomo la mejor decisión. Sin embargo no contento al volver a la realidad sigo manteniendo el vacio proyectado por el abecedario que rige mi mente. Bocanadas, suspiros intensamente dañinos me hacen padecer la epidemia del síndrome de la caducidad y no obstante de haber recorrido el dilema que aprisionaba mi corazón, encontré de forma segura la génesis de mi angustia terrenal. Sostuve delicadamente su esencia como aquel cristal frágil, observe; racionalice, mientras mentalizaba mis opciones pasadas y las comparaba con la solución obtenida; varias conclusiones llegaban sin detener el ritmo el cardiaco. Una sola idea lo dijo todo sin decir nada “ausencia” pero… ¿de que? Puse el freno a mi ansiedad, apreté el eyector y me fui corriendo a refugiarme. Nuevamente induje innecesariamente todo lo conseguido a la basura, concluyendo abruptamente la terapia de la autocritica y su búsqueda frenética de la solidaridad placentera. Si yo no muero por la causa el tiempo hará que la misma contrate a los sicarios de turno mejor predispuestos a tomar el valor que yo no tengo. Y las preguntas, respuestas, delirios, quimeras, palpitaciones, suspiros se marchitaran bajo el polvo del olvido prematuro.
Al desmayarme por el alboroto de ráfagas corruptivas, desperté con los defectos calibrados provisoriamente y retorne a la vigorosidad de la vida. Me siento relajado afirmaba claramente, aunque de forma sugestiva mi cuerpo me delataba que seguía presente un problema, una emergencia compleja a remendar. Sin dudas, pero lleno de ellas, el virus esta activo y su vacuna que lo expulse seguía con paradero desconocido.
Que difícil es cargar con tantas tragedias innatas, moribundas desangrándose al pasar y los sueños mutilados a la par compitiendo en una carrera donde no hay ganadores. Que coincidencia es no tener la fuerza suficiente para ser el mago que desaparezca este inmenso escenario de actores vanidosos o la simplicidad de beber un brebaje que sane las heridas y poder emerger con una nueva identidad barredora sentenciando mi invierno.
Pero quiero volver, levantarme y ganar esta batalla, mirarme a los ojos, volar en silencio y escapar del barro de la memoria. No decir nada, derrotar la desesperanza y soñar libremente rompiendo las barreras del acostumbramiento a viva voz.
¡Basta! La provocación limita la cordura, no me concentro en culminar con dulces pinceladas, la obra póstuma que quite del pasillo la lumbre que me conduce a la novia sucia de la tristeza, quien con despojos abrumadores planea todo el tiempo como seducir a mi felicidad. ¡Ausencia! ¡Inconfesable ausencia! ¡No te das cuenta que ya nos conocemos! Sacarte a bailar será tu última función para este servidor, la guerra fría fulminara tus intenciones envenenando la amargura y floreciendo en estos campos el zorzal mas provocador alejando para siempre este calvario.

¡¿Por qué te resistes?! Entenderte no es la mejor estrategia y mis energías están minimizadas por el fervor de la disputa pues precipitar la rendición aniquilaría todo lo que tiene importancia alrededor mío. ¡Fuera! ¡Vete! Enfrentándome sin piedad su aliento me sugiere tregua, sus lagrimas cofradía y su furia lealtad. ¿Y si estamos predestinados a estar juntos? No la había pronunciada de manera tan lúcida, pero es la corazonada interna quien me comulga la bendición del perdón pecador. Estoy devastado, vencido por la curiosidad del mañana sin embargo, tengo en la palma de mis manos mi futuro, mis deseos, mis decisiones, mis sueños, mis alegrías, mi felicidad esperando ser absuelta. Ahora puedo recordar que era ser conquistador, constructor, revolucionario de mi vida. Ahora ya concilie el rumbo a penetrar más adelante, ahora soy uno más nuevamente.